domingo, 19 de diciembre de 2010

Cómo usar las actividades de la vida cotidiana como estimulación temprana

Cuando nos dicen que nuestro hijo o hija precisa estimulación, como padres preocupados que somos queremos conseguir el máximo tiempo de atención posible para él o ella por parte de los especialistas. Es lógico, pero por mucho que nos puedan ofrecer siempre será un tiempo limitado de horas frente a la cantidad de tiempo que pasan con sus padres. Se nos olvida que la vida cotidiana ofrece múltiples oportunidades para estimular su desarrollo con el valor añadido de que hacernos hábiles en ellas supone una mejor integración en el medio.
Casi todos los padres con los que hablo se quejan de que el número de sesiones de estimulación que se le ofrece a su hijo es escasa. Sin embargo, cuando les pregunto acerca de qué hacen con ellos en relación a las situaciones de la vida cotidiana, casi siempre confiesan que no dedican el tiempo suficiente para poder aprovechar la situación, siempre por ignorancia del inmenso potencial que estas situaciones poseen.
Desde aquí queremos analizar qué funciones cognitivas se ponen en juego en actividades tales como lavarse las manos, comer, beber, encender las luces y otras tantas que pueden parecer demasiado humildes como para considerarlas dignas de formar parte de un programa de estimulación.