La preocupación de los padres es alta cuando ven que su niño pequeño se aísla, no comparte sus intereses mostrando su juguete preferido o sus zapatos nuevos, ni señala lo que le gusta, y que tampoco sigue la dirección del dedo cuando le señalamos algo; sumado a un retraso en el lenguaje, y sobre todo cuando aparecen grandes rabietas. Pero lo es aún más cuando el pediatra o cualquier otro profesional les habla de la existencia de síntomas del espectro autista. Entonces la imagen de niños aislados, inmersos en su mundo, que huyen del trato personal, impasibles ante el afecto, se instala en la imaginación de los padres, sumiéndoles en una gran angustia y tristeza.
Ante un diagnóstico de TEA hay que saber que no es un diagnóstico categorial, sino que se están refiriendo a unas características comunes que engloban a una gran diversidad de niños con muy diferentes potencialidades. Lo importante es centrarse en las necesidades de cada niño para aprender a relacionarse con él y enseñarle a interactuar con el mundo, intentando que llegue a ser lo más autónomo posible.
Sobre este tema hay mucha y muy buena literatura especializada. Desde esta página intentaremos dar respuesta de forma muy sencilla a las principales preocupaciones de padres y profesores.