martes, 22 de agosto de 2017

El amor incondicional y la disciplina son las claves para la educación en la infancia
El amor incondicional no es permisivo, pues esto sólo esconde bajo su cobertura el miedo, miedo a no hacerlo bien, a que el niño o niña entre en crisis de ira, a que te retire su amor , dejando al adulto a merced de sus miedos.
El amor incondicional no tapa los defectos del otro, los ama, no los echa en cara, sólo advierte de las consecuencias de una conducta inapropiada.
Cuánto bien nos harían de niños, y de mayores, si no nos juzgaran y eso lo vemos en frases que comienzan con: Eres... Tú siempre.... Tenia que ser tú.. Estas frases nos hunden la autoestima. Cuando la autoestima esta baja el instinto de supervivencia coloca al ego en el lugar del yo, ya que éste esta herido y no puede realizar su función. De esta forma comienza la rabia, en forma de conducta irritable, intolerancia a la frustración, envidia, celos, Con el tiempo, a la par que nuestra mente se sofistica,  aparecerán los mecanismos de compensación, lo que la gente llama complejo de superioridad no más que el grito de un yo herido,

El Niño que se siente amado sabe que es importante para los suyos, por lo que acepta las correcciones (correcciones que no críticas) porque se las hacen con paciencia y amor, se le indica qué hacer y no la falta en sí.
Si te preguntas porqué tu hijo se porta así mira qué bagaje traes tú, cuáles  son tus miedos, qué sientes ante las situaciones conflictivas. No podemos ser buenos educadores si antes no nos educamos, o mejor dicho, reeducamos nosotros primero. Ser padres o educadores en general nos da la oportunidad de crecer, porque podemos replantearnos todo lo que llevamos en la mochila de forma  más o menos inconsciente, y así reconstruir los agujeros y limpiar los escombros que quedaron en nuestras luchas vitales