viernes, 29 de noviembre de 2013

COORDINACIÓN CAIT-EOE


Por el momento en el primer ciclo de la educación infantil los niños con problemas en su desarrollo no cuentan con apoyos dentro del colegio. Esta atención la prestan los Centros de Atención Infantil Temprana (CAIT).
Cuando un niño que esta recibiendo tratamiento en un CAIT va a comenzar el 2º ciclo de educación infantil, es valorado por el equipo de orientación educativa que le corresponde por zona de domicilio, el cual determinará si presenta necesidades educativas especiales, en cuyo caso se le asignarán los apoyos correspondientes (maestro especialista en audición y lenguaje, cuando sea un problema eminentemente de comunicación; maestro de pedagogía terapéutica, cuando se precisa estimulación, cognitiva, memoria, atención,etc., y monitor para la autonomía personal: desplazamientos por el centro, uso del váter, ayuda en el comedor, etc.)
La Atención Temprana según la describe el libro blanco se extiende desde los 0 a los 6 años, por lo tanto a partir del segundo ciclo de educación infantil pueden coincidir ambos tratamientos, los efectuados en el centro y en el CAIT.
La cantidad de tratamiento no siempre es sinónimo de calidad, es decir no siempre más tratamiento es mejor para el niño.
Supone una dificultad cuando:
.- El tratamieno en el CAIT se hace dentro del horario escolar impidiendo el desempeño de las rutinas escolares e incluso determinando el tiempo de tratamiento de los especialistas dentro del colegio.
.- Cuando las estrategias de tratamiento lejos de ser complementarias son contrapuestas.
El EPAT (Equipo Provincial de Atención Temprana) de la provincia de Córdoba consciente de estas dificultades, intenta minimizarlas promoviendo reuniones durante el mes de noviembre entre los CAIT y los EOE.  En estas reuniones se exponen los objetivos que se trabaja con cada niño tanto en el colegio como en el CAIT y las estrategias empleadas para el desarrollo de  habilidades. Se trata de buscar el máximo de complementaridad, y en el caso de que se trabajen los mismos objetivos, que se haga usando las mismas estrategias. Así, si se ve necesario el uso de pictogramas para el desarrollo de la comunicación se intenta que esta estrategia se implante en el centro y en el CAIT usando los mismos pictogramas.


A qué juega tu hijo

El juego para el niño no es sólo una fuente de placer, sino la manera natural de completar su desarrollo a través de la relación con el mundo físico, social y emocional.
Los niños sanos van quemando etapas de su vida evolutiva a través del juego, siendo éste el mejor test para descubrir el nivel donde se encuentran en cualquiera de sus facetas: psicomotriz, cognitiva, socio-emocional, etc.
A partir de los 3 meses su cuerpo es su juguete preferido, les proporciona todo un universo de sensaciones, que poco a poco se transformarán en percepciones a descubrir. Dominarlo y conocerlo es su principal tarea. Es el momento de lo que Piaget llamó "reacciones circulares primarias". El bebé reproduce una y otra vez de forma intencional un movimiento casual que le ha supuesto placer.
De 3 a 9 meses, gracias al desarrollo de la coordinación psicomotriz, el niño comienza a relacionarse con los objetos, los toca, los golpea, los chupa, los tira. Su actividad comienza a descentralizarse para volcar su atención sobre el mundo físico de los objetos. Si estamos atentos a su juego podemos ayudar a su desarrollo. Cuando el niño tira el objeto y alguién se lo devuelve se divierte como si de un juego de magia se tratara. En esta edad no tiene adquirida la permanencia del objeto, es decir cuando éste desaparece de su vista deja de existir, por eso es mágica su reaparición. No es extraño que lo repita hasta saciar la paciencia de sus cuidadores. Sin embargo para el bebé esta diversión se lo proporciona la persona que coopera con él, lo que fortalecerá su vínculo, sin olvidar que gracias a la cual desarrollará la permanencia del objeto, algo básico para la vida intelectiva. De hecho sabremos si por fin tiene permanencia del objeto cuando tardamos en devolvérselo y comienza a buscarlo y a señalar el lugar donde se encuentra.
Con el gateo y la marcha autónoma, comienza la etapa de la exploración del espacio gracias al control muscular. Comenzará a descubrir cómo funcionan las cosas: abrir y cerrar puertas, abrir grifos, la llave de la luz. Busca el principio de causalidad: "esta acción provoca tal reacción". Es el momento de abrir cajones, sacar lo que haya dentro, abrir cajas, es decir explorar el mundo.
Alrededor de los dos años comienza la fascinación por el movimiento: saltar, subirse a la cama, al sofá, los columpios, y sobre todo desplazarse sobre ruedas: los correpasillos, los cochecitos. En esta época se da un salto cualitativo en la mente humana: el juego simbólico: Realizar una acción imaginada usando un objeto "como si" fuese otro, por ejemplo coger un objeto alargado y llevarlo a la oreja como si fuera un teléfono, tratar al muñeco como si fuera un bebé, jugar a ser un perrito, etc.
Conforme vaya dominando la coordinación y pueda modularla, al niño le gustarán objetos que impliquen movimiento: pelotas, globos, burbujas de jabón, superficies elásticas sobre las que saltar, etc.
A partir de los tres años el juego se hace más y más simbólico gracias al desarrollo del lenguaje y a la capacidad representacional: dibujar, mirar libros, jugar  a desempeñar roles y profesiones será su manera de ir integrando el mundo social que culminará en el juego reglado que comienza sobre los 5 y se implanta a partir de los 6 o 7 años.
Un niño sano hace este recorrido por el mundo del juego. Un desajuste puede implicar un problema en su desarrollo. Estemos atentos.

El apego seguro es una fuente de salud mental


globedia.com
Últimamente la psicoterapia ha abundado en la necesidad de que los pequeños tengan un apego seguro para conseguir conseguir una vida adulta sana. Esta corriente se llama mentalización y consiste en la capacidad de comprender la propia conducta y la de los demás, y así favorecer la convivencia e interacción con el mundo social, logrando estar mejor consigo mismo y los demás. 
Crear un apego seguro con los niños es más fácil para las personas con alta mentalización, ya que éstas son capaces de verse a sí mismas y a los demás como seres intencionales, dotados de pensamientos emociones y sentimientos propios y dignos de respeto. Por tanto la capacidad mentalizadora que pueda desarrollar un niño depende del apego seguro que desarrolle y éste de la capacidad mentalizadora que tengan sus cuidadores. Un ambiente de violencia o abusos durante la infancia conllevará pobreza en la capacidad mentalizadora que puede desembocar, a partir de la adolescencia, en un trastorno límite de la personalidad, sadismo u otras patologías. La violencia machista es otra consecuencia de una débil mentalización pues se cosifica a la pareja, no se le concede el derecho de tener pensamientos, emociones y sentimientos.
Desarrollamos la mentalización a partir de dos vias: el reflejo parental y el juego, dentro del apego seguro.
.- El reflejo parental hace que los cuidadores sean capaces de responder con empatía a las acciones del niño. Actuarán de forma correcta ante las emociones propias y las del bebé, dando paso a que el niño se haga una imagen segura y adecuada de su comportamiento y el de los demás. Si los cuidadores responden con gestos adecuados ante la frustración del bebé o ante su llamada de atención o con comentarios como "estás enfadado porque no puedes coger el muñeco", "estas pensando como cogerlo", incluso antes de que el niño tenga capacidad mentalizadora, hacen, siempre que corresponda a una realidad vivida por el niño, que éste vaya formando un andamiaje lingüístico y mental básico para entender cómo los estados mentales pueden determinar la conducta. Además el niño se vivirá como un agente intencional, viéndose a sí mismo como el núcleo de sus procesos mentales. Si esto no ocurre, incorporará como propias imágenes que el cuidador tiene de él "eres un loco", "no haces nada bien"; lo que derivará en un déficit del desarrollo del yo al incluir como propios elementos externos.
.- El juego proporciona un medio idóneo para ensayar las conductas de autorregulación emocional. La calidad del juego podrá hacer posible el análisis del estado emocional del niño y su capacidad para elaborar respuestas  moduladas empáticamente.
Cuando la mentalización ha sido pobre, es necesario recorrer un camino que permita reconocer las emociones, afrontarlas y regularlas.
El yo psicológico se construye a partir de percibirse como un ser con estados mentales, para lo cual es imprescindible que los cuidadores del niño le transmitan esa imagen para que pueda ser interiorizada y usada en esa construcción, y esto se construye a través de un apego seguro.