martes, 31 de agosto de 2010

El apego, el universo afectivo de los niños

Pronto comenzarán las clases y muchos niños irán a la escuela infantil. Comienza la época de abrazos interminables y llantos desconsolados.


Cuando nos separamos de nuestros hijos lo que más nos desgarra es su llanto. Sin embargo ese llanto puede ser síntoma de una relación adecuada con sus progenitores o cuidadores.

El apego que un niño siente por la persona que lo cuida es la base de su desarrollo afectivo posterior, por lo que hay que buscar que dicho apego sea de calidad.

Los autores que más estudiaron el apego fueron Bowlby, Ainsworth y Main.

Estos investigadores concluyeron que existen diferentes modos de relación o apego. De su naturaleza dependerá la futura estabilidad emocional y salud mental del bebé cuando se convierta en adulto.

Los diferentes tipos de apego según estos autores son:

• Apego seguro: Se puede comprobar que existe un apego seguro cuando el niño se mantiene mucho más expansivo en su medio, explorando los juguetes que se le ofrecen, cuando está presente la persona con la que ha construido ese vínculo, normalmente la madre. Esta conducta exploratoria y expansiva desaparece cuando la madre abandona la estancia y se recupera la confianza cuando vuelve.

Este tipo de niños lloran cuando su madre se va pero recupera el equilibrio pronto. Asimismo se muestran contentos y confiados cuando vuelve a aparecer la madre.

Según los estudios entre un 65 o 70% de la población infantil desarrolla este tipo de apego.

• Apego inseguro-evitativo. Son los considerados niños independientes. No buscan a la madre y continúan su conducta exploratoria incluso cuando deja de estar presente. Estos niños no usan a la madre como sustento de seguridad ya que ni siquiera la buscan para saber si están. Se dice que son hijos de madres rechazantes y desapegadas. Así el bebé puede negar la necesidad que tiene de su madre para evitar frustraciones. Según los estudios existentes lo padece un 15% de la población.

Yo he conocido un caso de una niñita de dos años que cuando entraba en su aula en la escuela infantil olvidaba a la madre por completo mostrándose absorta jugando con los juguetes mientras la madre le pedía un beso de despedida. La reacción de la madre era de satisfacción por este comportamiento de su hija ya que creía que su hija se comportaba así porque estaba muy a gusto y no la necesitaba. La ausencia de llanto tranquilizaba a la madre que debía dejarla para marcharse a trabajar. Cuando yo dije de marcharme todos me dijeron adiós con la mano o me tiraban besos, sólo ella se levantó para besarme. Su comportamiento se explica porque esta niñita de apenas dos años había aprendido a responder según las expectativas de los adultos, reprimiendo sus propias necesidades afectivas.

• Apego inseguro-ambivalente. Los niños que muestran este tipo de apego se ven desamparados cuando la madre los deja, con llantos inconsolables, mostrándose irritados cuando la madre aparece. La presencia de esta no los tranquiliza sino que los pone irascibles provocando rabietas e incluso alguna agresión.

Esta reacción viene provocada según los autores citados por madres ambivalentes, que se muestran cálidas en ocasiones y frías e insensibles en otras, pudiendo ser en ocasiones una estrategia, más o menos consciente, para aumentar la dependencia de su hijo.

• Apego inseguro desorganizado-desorientado. En estos casos los niños cuando se reencuentran con sus progenitores pueden manifestar una actitud de gran inseguridad, con conductas confusas. Pueden mantenerse rígidos cuando se les coge en brazos o volver la cara para evitar el beso o simplemente ir hacia la madre con una actitud monótona.

En ocasiones los bebés con trastornos del desarrollo pueden manifestar este tipo de apego alterado, el cual no es más que una manifestación de su falta de capacidad para relacionarse con su medio. Es muy importante para padres y cuidadores conocer las claves que haga factible una relación de calidad con el bebé.

Como dice Gopnik el apego no es más que la capacidad de amar que tendrá un bebé de adulto, de ahí la importancia de crear un apego seguro. Para que se dé este será necesario que seamos capaces de sonreir ante su sonrisa, de consolarlo cuando llora. Una madre o cuidador de mirada ausente mientras el niño intenta interactuar o se siente triste, o lo que es peor que monta en cólera cuando el bebé llora, romperá en él para siempre la confianza en que los demás son un soporte afectivo seguro.

Todos los bebés precisan para su desarrollo emocional y social mantener un apego seguro. Este vínculo ha de crearse con todas las personas que lo cuidan, tanto en casa como en la escuela infantil. Unos padres y cuidadores cariñosos, comprensivos pero firmes, consistentes y pacientes lo harán posible.

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