martes, 31 de agosto de 2010

Los horarios ¿Por qué son importantes?

Los bebés y los niños pequeños no tienen el concepto de tiempo como los adultos. Parece ser que esto es debido -como nos dice Gopnik- a que tienen dificultad en entrelazar los recuerdos para conseguir un relato continuado hasta que son más mayores. Por ello los niños hasta los 4 o 5 años tienen tanta dificultad para contar lo que han hecho en la escuela infantil, contestando invariablemente con un decepcionante “pintar” o “jugar” cuando se les pregunta. Sin embargo son capaces de recodar detalles concretos de forma vívida. Por ello si queremos saber qué ha hecho en el cole será mejor preguntar sobre una actividad concreta que sepamos que ha realizado ese día, por ejemplo ¿qué has pintado?, si sabemos que lo ha hecho.


Esta dificultad para manejarse en el tiempo es el causante de que las separaciones temporales de la madre o padre puedan resultar traumáticas en el momento de la separación porque no saben cuando cesará, aunque normalmente puedan olvidarse de su pena completamente pasado un corto tiempo.


A medida que va comprendiendo que existe una secuencia de eventos, es decir una rutina de actividades, que se suceden en el tiempo van formando su idea de tiempo.

Un niñito de tres años que sufría mucho por la separación de su madre al entrar en la escuela, pedía la merienda nada más llegar a clase aduciendo que tenía hambre. En realidad sabía que después de comer salía al recreo y después de jugar un rato venía mamá. Había interiorizado la secuencia de la rutina escolar y ello le ayudaba a soportar (sin llorar) la separación de su querida mamá.

Los malos tragos se nos hacen más llevaderos cuando sabemos que son perecederos, pero en ese momento perdemos el paraíso cuando comprendemos que también los buenos momentos son efímeros.

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