jueves, 19 de agosto de 2010

Chupete sí, chupete no.

El chupete es un sustitutivo del pecho materno. Como tal al bebé lo tranquiliza dándole seguridad al recordarle la proximidad de la madre. Pero sabemos que el chupete puede ser el causante de malformaciones bucales: paladar ojival y mala implantación dentaria son las patologías más corrientes, sin hablar de la costumbre, afortunadamente casi desarraigada, de mojar el chupe en azúcar o líquido azucarado provocando la caries más agresiva que se conoce, aunque también puede ser provocada por el biberón cuando se usa como sustitutivo del chupete. Además, puede ser una fuente de patógenos al caerse al suelo, por ejemplo.
¿Qué hacer, pues? La solución pasa por
 pensar en las necesidades del bebé. Si le ayuda a mantenerse tranquilo y seguro es bueno para él y sólo tendremos que ocuparnos de que sea anatómico y esté limpio para eliminar los problemas.



La dificultad viene cuando el uso se prolonga en el tiempo. Desgraciadamente es muy corriente ver niñas y niños de 3 ó 4 años que al salir de clase las madres les ponen el chupe y los sientan en los carritos. La impresión es que automáticamente se convierten en bebés apacibles y manejables. ¿Es ésta su función? Evidentemente no. Cada edad tiene sus usos propios. A los tres años hay lenguaje, dejemos la boca libre para hablar y compartir el momento del reencuentro, que debe ser feliz.



La hora de dormir parece ser especialmente vulnerable para el uso del chupete. Es el momento en el que los niños pequeños se suelen acordar de él. Conciliar el sueño precisa relajación. Aunque tengan el confort de tener satisfechas las necesidades básicas, precisan seguridad y calma para poderse entregar al sueño.



Hay estrategias para conseguir que irse a la cama no se convierta en una lucha que puede acabar con un llanto inconsolable o con los padres acostados con el pequeño:



• Provocar un ritual comenzado por el baño, la cena, bajar las luces, apagar la televisión, contarles un cuento, y terminar con una pequeña pieza musical relajante, ayuda a dormir. Cuidado con chuparse el pulgar, puede ser un recurso aún más difícil de eliminar.

• Acostarlo y levantarlo siempre a la misma hora ayuda a estabilizar los ritmos circadianos. Aunque estemos tentados a romper horarios los fines de semana, ¡cuidado si no queremos pagarlo los lunes!



Recordemos que el chupe es un sustitutivo de la presencia de la madre, dejémoslo el tiempo preciso y sólo para la función que tiene.

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