jueves, 29 de agosto de 2013

LA EMOCION. UN PEGAMENTO INFALIBLE PARA EL APRENDIZAJE

Nuestras vidas están impregnadas de emoción, ella nos mueve (e-movere). Incluso aquello que parece más racional esta movido por la emoción, por ejemplo, creemos que nos decidimos a comprar tal o cual artículo porque hemos confeccionado una larga lista de pros, pero en realidad podríamos saber cual sería nuestra decisión con sólo medir la respuesta galvánica de nuestra piel la primera vez que entramos en contacto con el objeto por el que nos decidimos.

La emoción se gesta en la corteza prefrontal, amígdala, hipocampo, hipotálamo, y la sustancia reticular. Estas zonas están activas durante nuestra vigilia y nos ayudan a discriminar los estímulos relevantes de los que no lo son, tomando decisiones con gran rapidez vitales para la supervivencia.

Del mismo modo todo lo que aprendemos y que esta bañado de tonalidad emocional positiva dará paso a un aprendizaje duradero.

Ahora pensemos en tediosas sesiones escolásticas donde los niños tienen que responder a estímulos con los que no tienen ninguna vivencia, donde deben ceñirse a tareas repetitivas y carentes de sentido ¿Podemos decir que nuestra escuela está siempre exenta de esta peculiaridad? Cada vez desde edades más tempranas se le somete a los niños a conceptos para ellos abstractos, que deben memorizar a partir de dibujos –representaciones abstractas- sin ninguna vivencia, sin ninguna emoción. ¿Es este el mejor aprendizaje que podemos ofrecer?

La escuela marcha hacia una remodelación de la mano de la neurofisiología. Hoy sabemos que los pequeños remodelan su cerebro a partir de las vivencias que tienen. Los educadores deben tomar conciencia de la responsabilidad que tienen en este sentido y obrar en consecuencia.