lunes, 6 de octubre de 2014

Escuela infantil sí o no

La escolarización a edad muy temprana es una realidad cada día más asentada. Los padres optan por escolarizar mientras que hace años se escogía una canguro, señora del hogar o los abuelos para el cuidado de los más pequeños de la casa. Dejar al cuidado de los hijos a profesionales que forman parte de una institución y cuya labor se entiende pública y especializada parece la mejor opción.
No obstante hay corrientes de crianza que cuestionan esta opción a la que pertenecen sobre todo algunos padres y pediatras como el famoso Carlos González
A mi no me gusta hablar en términos globales, cada caso merece una atención especial. ¿Es bueno que los pequeños vayan a una escuela infantil? Pues depende de la situación del niño y de las condiciones de la escuela y en ello meto al personal de la misma.
Pero lo más importante es hacer hincapié en que las profesionales de las escuelas infantiles nunca sustituyen a los padres por muy buenas que sean. El papel de estos es crucial en el desarrollo emocional de los hijos. Una sociedad que ve normal o asiste impávida al hecho de que la jornada laboral se estire cada vez más, donde los padres llegan muy cansados y frustrados a casa, no facilita la crianza sana y feliz de sus ciudadanos más pequeños. Los padres con hijos pequeños se debaten entre el sentimiento de culpa de estar tantas horas lejos de sus hijos y su necesidad de aportar seguridad económica al seno familiar. Oigo muchos comentarios acerca de que a ciertos padres les cuesta estar con sus hijos por lo que estos son candidatos a largas horas en escuela, ludoteca, etc.
Es posible que esta desquiciada sociedad neoliberal provoque esto, porque horarios extensos de trabajo implican horas de separación padres-hijos y esto conlleva dificultad en el niño para realizar el apego. Un niño cuyo apego parental no es seguro desarrollará unas relaciones difíciles, lo que causará angustia a padres e hijos que podrá desembocar en evitación más o menos consciente.
Es el momento como sociedad de pararnos y pensar hacia dónde vamos. Seremos como grupo lo que seamos capaces de desarrollarnos como individuos. Es el momento de clamar por condiciones sociales que haga posible proporcionar a nuestros niños, los más débiles, un entorno emocionalmente cálido, seguro, en un entorno familiar sereno y estable.
No olvidemos que los niños son el futuro y valen la pena siempre.