viernes, 29 de noviembre de 2013

El apego seguro es una fuente de salud mental


globedia.com
Últimamente la psicoterapia ha abundado en la necesidad de que los pequeños tengan un apego seguro para conseguir conseguir una vida adulta sana. Esta corriente se llama mentalización y consiste en la capacidad de comprender la propia conducta y la de los demás, y así favorecer la convivencia e interacción con el mundo social, logrando estar mejor consigo mismo y los demás. 
Crear un apego seguro con los niños es más fácil para las personas con alta mentalización, ya que éstas son capaces de verse a sí mismas y a los demás como seres intencionales, dotados de pensamientos emociones y sentimientos propios y dignos de respeto. Por tanto la capacidad mentalizadora que pueda desarrollar un niño depende del apego seguro que desarrolle y éste de la capacidad mentalizadora que tengan sus cuidadores. Un ambiente de violencia o abusos durante la infancia conllevará pobreza en la capacidad mentalizadora que puede desembocar, a partir de la adolescencia, en un trastorno límite de la personalidad, sadismo u otras patologías. La violencia machista es otra consecuencia de una débil mentalización pues se cosifica a la pareja, no se le concede el derecho de tener pensamientos, emociones y sentimientos.
Desarrollamos la mentalización a partir de dos vias: el reflejo parental y el juego, dentro del apego seguro.
.- El reflejo parental hace que los cuidadores sean capaces de responder con empatía a las acciones del niño. Actuarán de forma correcta ante las emociones propias y las del bebé, dando paso a que el niño se haga una imagen segura y adecuada de su comportamiento y el de los demás. Si los cuidadores responden con gestos adecuados ante la frustración del bebé o ante su llamada de atención o con comentarios como "estás enfadado porque no puedes coger el muñeco", "estas pensando como cogerlo", incluso antes de que el niño tenga capacidad mentalizadora, hacen, siempre que corresponda a una realidad vivida por el niño, que éste vaya formando un andamiaje lingüístico y mental básico para entender cómo los estados mentales pueden determinar la conducta. Además el niño se vivirá como un agente intencional, viéndose a sí mismo como el núcleo de sus procesos mentales. Si esto no ocurre, incorporará como propias imágenes que el cuidador tiene de él "eres un loco", "no haces nada bien"; lo que derivará en un déficit del desarrollo del yo al incluir como propios elementos externos.
.- El juego proporciona un medio idóneo para ensayar las conductas de autorregulación emocional. La calidad del juego podrá hacer posible el análisis del estado emocional del niño y su capacidad para elaborar respuestas  moduladas empáticamente.
Cuando la mentalización ha sido pobre, es necesario recorrer un camino que permita reconocer las emociones, afrontarlas y regularlas.
El yo psicológico se construye a partir de percibirse como un ser con estados mentales, para lo cual es imprescindible que los cuidadores del niño le transmitan esa imagen para que pueda ser interiorizada y usada en esa construcción, y esto se construye a través de un apego seguro.





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