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Crear un apego seguro con los niños es más fácil para las personas con alta mentalización, ya que éstas son capaces de verse a sí mismas y a los demás como seres intencionales, dotados de pensamientos emociones y sentimientos propios y dignos de respeto. Por tanto la capacidad mentalizadora que pueda desarrollar un niño depende del apego seguro que desarrolle y éste de la capacidad mentalizadora que tengan sus cuidadores. Un ambiente de violencia o abusos durante la infancia conllevará pobreza en la capacidad mentalizadora que puede desembocar, a partir de la adolescencia, en un trastorno límite de la personalidad, sadismo u otras patologías. La violencia machista es otra consecuencia de una débil mentalización pues se cosifica a la pareja, no se le concede el derecho de tener pensamientos, emociones y sentimientos.
Desarrollamos la mentalización a partir de dos vias: el reflejo parental y el juego, dentro del apego seguro.
.- El reflejo parental hace que los cuidadores sean capaces de responder con empatía a las acciones del niño. Actuarán de forma correcta ante las emociones propias y las del bebé, dando paso a que el niño se haga una imagen segura y adecuada de su comportamiento y el de los demás. Si los cuidadores responden con gestos adecuados ante la frustración del bebé o ante su llamada de atención o con comentarios como "estás enfadado porque no puedes coger el muñeco", "estas pensando como cogerlo", incluso antes de que el niño tenga capacidad mentalizadora, hacen, siempre que corresponda a una realidad vivida por el niño, que éste vaya formando un andamiaje lingüístico y mental básico para entender cómo los estados mentales pueden determinar la conducta. Además el niño se vivirá como un agente intencional, viéndose a sí mismo como el núcleo de sus procesos mentales. Si esto no ocurre, incorporará como propias imágenes que el cuidador tiene de él "eres un loco", "no haces nada bien"; lo que derivará en un déficit del desarrollo del yo al incluir como propios elementos externos.
.- El juego proporciona un medio idóneo para ensayar las conductas de autorregulación emocional. La calidad del juego podrá hacer posible el análisis del estado emocional del niño y su capacidad para elaborar respuestas moduladas empáticamente.
Cuando la mentalización ha sido pobre, es necesario recorrer un camino que permita reconocer las emociones, afrontarlas y regularlas.
El yo psicológico se construye a partir de percibirse como un ser con estados mentales, para lo cual es imprescindible que los cuidadores del niño le transmitan esa imagen para que pueda ser interiorizada y usada en esa construcción, y esto se construye a través de un apego seguro.
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