
Posiblemente igual que creemos que los acontecimientos que nos tocarán vivir este 2012 no tienen que ver con nuestras acciones, podemos pensar que la personalidad de un bebé puede achacársela a la genética o, en cualquier caso, a algo que se escapa de nuestro control.
Pero no es del todo así. Las acciones generan reacciones, y en caso del ser humano las reacciones que demuestran su eficacia en desterrar la tensión se graban profundamente en la memoria, conformando una característica manera de responder a las situaciones que lo harán predecible, incluso inflexible. La cristalización de nuestros mecanismos de defensa, de la respuesta que damos a nuestros conflictos, de nuestra forma de buscar placer y evitar el dolor, es a lo que llamamos personalidad.
La conformación de la personalidad no depende enteramente de los estímulos externos pero no es ajena al medio, por ello no estará de más reflexionar sobre este punto por si nos puede ayudar a desarrollar en nuestros hijos personalidades que les ayuden a ser más felices.
Un niño al que se le exige demasiado, que sólo consigue amor a base de ser excelente, sumiso con las normas, puede acabar siendo un perfeccionista, inflexible consigo mismo y los demás.
Actualmente se habla con preocupación creciente de los "niños tiranos", los que quieren salirse con la suya a toda costa. Exigen objetos, regalos, ropa, y todo lo hacen a gritos, con vehemencia cuando no con auténtica violencia. Son niños inseguros del cariño de sus padres, incapaces de haber sentido que son importantes para ellos. En sus histriónica conducta ponen a los padres contra la pared en una agónica jincana para probar hasta qué punto son aceptados. Suelen ser hijos de padres física o emocionalmente ausentes, incapaces de hacer sentir a sus hijos seguros de su aceptación y amor. Padres e hijos se meten en una espiral de chantajes emocionales de los que todos saldrán heridos.
Una personalidad que cada vez cultiva más nuestra sociedad es la del triunfador, aquel que destaca por sus logros no por quien es. Son niños que se sienten impelidos a conseguir el éxito en las tareas que emprenden, no importa lo mucho que se esfuercen, sino que consigan destacar. No se les pregunta cómo se sienten sino qué han hecho. Asociarán su valía a la consecución del logro: tanto tienes tanto vales y cuanto más mejor.
Sean como sean nuestros hijos para llegar a ser adultos sanos habrán de haberse sentido niños arropados, queridos, alentados, aceptados, respetados, reconocidos en su individualidad. De esta forma completarán su ciclo vital felizmente como esperamos que lo haga este año que comienza.
Feliz año para todos.