Cada vez más padres se quejan de que sus niños de corta edad no obedecen, lo que dificulta la crianza.
Las maneras equivocadas de hacer frente a estas pequeñas crisis suelen ser:
.- Castigo: los envían a su cuarto o los sientan en "la silla de pensar" aunque sean muy pequeños,
imitando la conducta que se suele seguir en las escuelas infantiles.
.- Intentando razonar aunque aún no tengan capacidad para ello.
.- Obviando la situación (mirando para otro lado)
.- Perdiendo los nervios abusando de gritos.
Cuando los niños no observan la conducta deseable, los padres los perciben como si de echar un pulso se tratara y ello altera la convivencia familiar en padres cada vez más estresados, cansados y con menos tiempo y ganas de atender estas situaciones. El resultado es que se abandona la posibilidad de incidir ofreciendole al niño distracciones que corten la tensión: normalmente esto lo proporciona las aplicaciones del movil o del ipad. El resultado es que cada vez más se va abriendo una brecha de incomunicación que hará de nuestros hijos un engorro, o en el peor de los casos un pequeño tirano que, en un principio, sólo quería atención y ayuda.
A cada edad su correctivo, sin olvidar que más vale prevenir. A veces los niños hacen trastadas porque exploran su medio sin tener aún la experiencia para poder soslayar los accidentes. por ello hay que proporcionarles un entorno seguro donde puedan experimentar sin riesgos para ellos o para su entorno.
Nuevas voces autorizadas (el psicógo Javier Urra o el juez de menores Emilio Calatayud) hacen hincapié cada vez más alto en que los padres deben ejercer su autoridad ante sus hijos. Estoy de acuerdo. Un no siempre ha de significar no, y los límites han de estar muy claros. Pero también los niños han de percibir que los padres tienen tiempo para ellos, que comparten momentos de creatividad y comunicación afectiva, con satisfacción por estar, jugar y bromear juntos.
Si los límites están claros y el medio es seguro, las situaciones que hagan necesario correctivos serán muy pocas.
No podemos achacar al niño que no nos haga caso si nos ve a cada momento chateando por el móvil, hablando por teléfono, alterados por intentar hacer cuatro cosas a la vez o simplemente ausentes. La complicidad es una clave esencial para una buena convivencia, y ésta no se crea desde la incomunicación hacia la que caminamos cada vez más rápido.
Si hablamos con nuestros hijos mirándonos a los ojos, con afecto y paciencia se habrán puesto unas buenas bases para una convivencia más tranquila y satisfactoria
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